La importancia de los libros


LA MAGIA DE LA LECTURA ESTÁ A TU ALREDEDOR
" Para mí la lectura ha supuesto la puerta a cientos de mundos fantásticos, a miles de historias maravillosas y de personajes inolvidables y tengo la sensación de que sin libros mi vida se volvería claustrofóbicamente pequeña. Y no porque lo sea realmente sino porque, gracias a la lectura, estoy acostumbrada a que sea mucho más grande.
Una vez que se posee la llave de las palabras, una vez que se aprende a leer, ya no hay límites ni fronteras. ¿Por qué permanecer encerrado en una habitación cuando puedes explorar un palacio con un número infinito de estancias?" (Laura Gallego)

"Hay una razón primordial para que leamos: a la información tenemos acceso ilimitado, pero ¿dónde encontraremos la sabiduría?" (Harold Bloom)
"En Egipto se llamaban las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás." (Jacques Benigne Bossuet)




lunes, 2 de noviembre de 2015

CLANDESTINOS, de Juan José Millás

¡Los libros atacan de nuevo en este texto de J. J. Millás! El autor es un importante narrador, también muy apreciado por sus colaboraciones periodísticas.

Puede que a los peques el texto os resulte algo complicado, pues hay que tener una cultura literaria propia de lectores adultos para entenderlo en profundidad. Si es así, basta con leer otro cuento, muy sencillo, "El vicio de leer" (Paco Abril, entrada del 18 de septiembre). Su significado es similar: los dos autores usan la ironía para hacernos reflexionar, a través de una anécdota divertida y exagerada, sobre el concepto de la lectura que se puede llegar a tener en la sociedad actual.


CLANDESTINOS

"Un amigo íntimo me pidió que acudiera el sábado por la noche a su casa para mostrarme algo. Al llegar, abrió la puerta con aire de misterio y me hizo pasar sigilosamente a su cuarto de trabajo. Mientras yo curioseaba entre sus libros, él iba de aquí para allá ofreciéndome té, café, whisky, como si le diera miedo entrar en materia. Tras dejar transcurrir un tiempo prudencial, le pregunté si tenía algún problema. Respondió que no estaba seguro y a continuación, colocando el dedo índice sobre sus labios, me arrastró al pasillo, desde donde nos dirigimos con movimientos furtivos al salón, cuya puerta estaba entreabierta. Al asomarme, vi a su hijo, de 18 años, instalado en el sofá leyendo tranquilamente Madame Bovary.

  De vuelta a su estudio, me miró con expresión interrogativa. "¿No te parece alarmante?", preguntó."¿Preferirías que leyera Ana Karenina?", pregunté a mi vez. "Por Dios", gritó, "es sábado por la noche y tiene 18 años; debería estar tomando cervezas con los amigos". No dije nada, pero la verdad es que la imagen del joven, devorando aquella obra clásica, me había perturbado. Quizá no fuera un psicópata, pero tampoco se podía negar que le ocurría algo. Se empieza con rarezas de este tipo, que al principio hacen gracia, y se acaba leyendo a Samuel Beckett. "La lectura es buena", le tranquilicé, "en eso está de acuerdo hasta el Ministerio de Cultura". "La lectura", respondió mi amigo, "es buena cuando tus amigos leen, como pasaba en nuestra época. Ahora es un síntoma jodido. Si al menos le diera por El código Da Vinci", que no hace daño a nadie..."

  Me pidió que hablara con su hijo. "Después de todo", añadió, "lo conoces desde que era niño y te escuchará mejor que a mí". A los poco días, me hice el encontradizo con el chaval y entramos en un bar. Hablamos de literatura y me pidió algún consejo para abordar la lectura de los clásicos latinos, que se le resistían. Le recomendé una edición bilingüe de la Eneida y me ofrecí para que la comentáramos juntos. Pagó él y, al despedirnos, me guiñó un ojo diciéndome: "De todo esto, ni una palabra a mi padre, que está muy preocupado conmigo". Así que llevamos dos semanas leyendo clandestinamente a Virgilio. ¿Adónde vamos a llegar? " 

                                                                    (Juan José Millás)



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