"Yo he sido Lázaro de Tormes y he engañado al ciego y compadecido al hidalgo; he recorrido los anchos caminos de la Mancha en busca de entuertos que deshacer y he acompañado por esos mismos caminos a mi desventurado señor que se empeñaba en confundir los molinos con gigantes; he cometido adulterio con Madame Bovary y me he suicidado por amor con el joven Werther; yo me he perdido en la niebla de Londres, acompañado por el bueno de Watson, resolviendo los tortuosos enigmas que me planteaba el doctor Moriarty; yo he navegado por mares azules en busca de paradisíacas islas y tesoros y me he emborrachado de melancolía en un atardecer provinciano mientras esperaba, junto a un olmo seco, otro milagro de la primavera; yo he llorado con Aquiles la muerte de Patroclo; he sido un cerdo junto a Circe; yo me he enamorado con Bécquer y con Pedro Salinas; he escrito los versos más tristes una noche junto a Pablo Neruda...En una palabra, he sido un lector(...), he multiplicado mi vida en mil vidas distintas.
Abrir un libro es abrir una puerta en los muros de la cotidianeidad: penumbrosos, resbaladizos renglones nos llevan hacia secretas galerías, al huerto por el que pasea Melibea y un joven aparece de improviso persiguiendo un halcón(...)
La lectura: placer que nunca sacia, banquete al que todos estamos invitados y en el que siempre se encuentra una delicia culinaria para el gusto y el capricho de cada lector.
La lectura: placer de dioses reservado a los humanos, perpetua incitación a la felicidad"
(J. Luis García Martín, "El festín de Alejandría")
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