La importancia de los libros


LA MAGIA DE LA LECTURA ESTÁ A TU ALREDEDOR
" Para mí la lectura ha supuesto la puerta a cientos de mundos fantásticos, a miles de historias maravillosas y de personajes inolvidables y tengo la sensación de que sin libros mi vida se volvería claustrofóbicamente pequeña. Y no porque lo sea realmente sino porque, gracias a la lectura, estoy acostumbrada a que sea mucho más grande.
Una vez que se posee la llave de las palabras, una vez que se aprende a leer, ya no hay límites ni fronteras. ¿Por qué permanecer encerrado en una habitación cuando puedes explorar un palacio con un número infinito de estancias?" (Laura Gallego)

"Hay una razón primordial para que leamos: a la información tenemos acceso ilimitado, pero ¿dónde encontraremos la sabiduría?" (Harold Bloom)
"En Egipto se llamaban las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás." (Jacques Benigne Bossuet)




viernes, 29 de enero de 2016

Un unicornio, un brujo y un caballero

"A él le pareció un caballo adiestrado para la guerra y, a la vez, un ser salvaje que no rendiría cuentas ante un simple humano. El mago tembló ante esa visión." 


ACTIVIDADES DE CREACIÓN LITERARIA - 2º ESO B.

Los unicornios protagonizan numerosas leyendas y relatos medievales. ¿Sabrías inventar un relato que transcurra en la Edad Media donde intervengan un unicornio, un caballero y un brujo?


"Tenía muy claro mi cometido, ni el agua de la más alta de las montañas era más clara: salvar a mi dama. Como todo buen caballero sabe, ha de ayudar a los huérfanos y mujeres, y ser un ideal de nobleza, teniendo miles de virtudes como pueden ser valentía, humildad, justicia...y a mí me sobraban virtudes.

 Fue enterarme de la enfermedad de mi dama y salí cabalgando en busca de una cura que solo los más privilegiados consiguen, una lágrima de unicornio. Y todos pensaréis: "¡Qué complicado es encontrar un unicornio! " En realidad, eso no es complicado. ¡En la Edad Media hay un unicornio hasta debajo de las piedras! Lo que es realmente complicado es hacerles llorar, porque los unicornios son animales muy divertidos y fiesteros, a los que les encanta ir a las discotecas medievales y bailar toda la noche.

 Ya me encontraba en la discoteca de los unicornios más cercana al castillo, y como no sabía cómo hacer llorar a un unicornio, me acerqué al DJ, que resultaba ser mago.

- ¡Que quieres hacer llorar a un unicornio! -gritó el mago- Imposible, imposible...nunca lloran.

- ¿Nunca?

- ¡Que no, tronco, nunca!

 Tras esta corta conversación volví al castillo con las manos vacías, pensando que mi hermosa dama moriría, pero no lo hizo. 

 Al final no necesitaba lágrimas de unicornio, bastaba con lágrimas de burro. "
                               
                                  (María Nazaret Agudo)



"Viajaba por el paso de la montaña un joven e inexperto brujo cavilando sobre sus circunstancias. A los treinta minutos, vio ante sí el sendero que llevaba al castillo del caballero dueño de aquellas tierras. Solicitó a los guardias audencia con él. 

 Tras un par de horas de espera, el señor del feudo apareció seguido de una reducida escolta a las puertas de la fortaleza y lo condujo a la sala de reuniones. Allí el joven le relató su situación.

 - Así que  -concluyó el caballero- eres un hechicero que busca el legendario unicornio para vencerle y crear un bastón de poder, pudiendo con ello reforzar tus conjuros, y quieres que yo te ayude con tal tarea, ganando así un brujo a mi servicio.

 El mago le miró fijamente, pero luego apartó la vista, incapaz de aguantar aquellos ojos que destilaban desprecio y odio.

 - Lamento decirte que en mis tierras nunca he tolerado, ni toleraré jamás, el más mínimo signo de brujería. Como hoy estoy de buen humor, permitiré que huyas de aquí antes de que envíe a  mis guardias a apresarte y quemarte en una hoguera.

 El brujo abrió al máximo los ojos, asustado, y retrocedió lentamente. Al poco, dio media vuelta y echó a correr hacia la salida.

 Al salir de sus tierras, el hechicero casi pudo ver la expresión desdeñosa del caballero, observándolo desde la torre más alta del castillo. Decidió no volver a pedir ayuda.

   Emprendió, pues, su viaje solo y, al cabo de un tiempo, encontró al unicornio. A él le pareció un caballo adiestrado para la guerra y, a la vez, un ser salvaje que no rendiría cuentas ante un simple humano. El mago tembló ante esa visión.

Reunió magia del ambiente y se preparó para llevar a cabo su cometido. Pero el unicornio reparó en su presencia y enseguida arremetió contra él.

 El brujo sintió dolor y perdió el conocimiento.

 Cuando despertó, no sentía nada, salvo quizá una ligera nostalgia que no alcanzaba a comprender. Y entonces vio a su lado un cetro, el cetro que iba a construir con el cuerno del unicornio. Lo cogió.

 Se preguntó de dónde había salido, pero, al ver que funcionaba, decidió no darle importancia. Regresó a su tierra y olvidó el episodio.

Pero el unicornio, convertido en un simple caballo por la obligación de cumplir el deseo de un mero mortal, no lo olvidó hasta el último de sus días"
                                                         
                                         (Sofía Pérez)


  "Erase un caballero que suspiraba por el amor de la princesa del castillo, pero, para tener posibilidades, tenía que ganar una justa contra su mayor pretendiente, el príncipe de Mongolia. Él lo veía muy difícil, ya que su caballo era muy débil. Así que fue a visitar a un brujo para que le diera fuerza a su caballo y el brujo accedió, aunque, a cambio, le tenía que dar toda su riqueza, que era su vaca.

 Y el mago convirtió su viejo caballo en un fuerte y joven unicornio, que a él, en principio, le pareció una criatura con una extraña deformidad en la cabeza. 

 En la justa ganó al príncipe de Mongolia, y, ya con el amor de la princesa en sus manos, se negó a estar con ella porque, según él, se había enamorado de su extraño caballo deformado.

                 Y vivieron felices y comieron estiércol "

                                                          (Óscar Cuesta)


"Hubo una vez un castillo muy grande, que no era conocido por el pueblo. Los paisanos del lugar nunca fueron allí porque el rey era rarísimo y no dejaba a nadie entrar.

Dentro del castillo, dos caballeros protegían una sala en la que ni ellos mismos sabían qué había dentro. Su curiosidad fue en aumento hasta que un día entraron y cerraron la puerta a sus espaldas. Al encender la luz, vieron multitud de cuadros que representaban unicornios, brujos, princesas y animales del bosque que rodeaba al castillo, aparte del foso de los cocodrilos. A uno de los caballeros le llamó la atención un cuadro, tapado con una manta grisácea: era el mago real y junto a él se hallaba una princesa con el vestido desgarrado y montada en un unicornio negro con el cuerno blanco y gris.

- Será mejor que nos vayamos a vigilar antes de que se entere alguien  -dijo uno de ellos.

Y los dos leales caballeros protegieron la puerta durante años hasta que envejecieron. "

                               (Carolina Rodríguez)

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